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18 años de cautiverio: el horrible calvario de una chica secuestrada por un violador convicto con quien engendró dos hijos

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El caso fue marcado por la incompetencia de la Policía estadounidense, que desperdició varias oportunidades para rescatarla de su cautiverio.
18 años de cautiverio: el horrible calvario de una chica secuestrada por un violador convicto con quien engendró dos hijos

En 1991 un secuestro sacudió a la pequeña localidad californiana de Meyers, en las cercanías del lago Tahoe. Jaycee Dugard, de 11 años, fue raptada en plena luz del día, ante la vista de varios testigos, incluida la de su propio padrastro, que no pudo hacer nada para impedirlo. Por casi dos décadas, la familia luchó contra la incompetencia policial y nunca dejó de buscarla. Finalmente, en 2009, la víctima fue rescatada y se descubrió que había tenido dos hijos con su captor, un delincuente sexual convicto, así como otros aspectos del calvario que tuvo que soportar.

Un año antes del secuestro, la familia de Dugard se mudó a Meyers, convencidos de que era una comunidad más segura para criar a Jaycee y a su media hermana menor. No obstante, la tranquilidad que la familia buscaba se vio bruscamente interrumpida el 10 de junio de 1991. Aquel día, la pequeña se marchó a una parada del autobús, ubicada a unos metros de la vivienda, para asistir a la escuela, mientras el padrastro, Carl Probyn, la observaba como de costumbre.

Secuestrada a plena luz del día a la vista de todos

Sin previo aviso, dos sujetos le dispararon con una pistola eléctrica desde un coche gris, la metieron en el asiento trasero y se marcharon a toda velocidad. El hecho fue presenciado por algunos compañeros de clase que estaban en la parada y por Carl, que salió corriendo detrás de los captores en una bicicleta. Al no poder seguirle el ritmo, corrió a la casa de un vecino para llamar al 911.

El padrastro fue considerado el principal sospechoso de las autoridades y fue sometido al detector de mentiras. Mientras la Policía centraba sus esfuerzos en Carl, la niña ya se encontraba atrapada en una casa de Antioch, a unos 193 kilómetros de donde vivía, propiedad de Phillip Garrido y su esposa, Nancy.

Los escalofriantes antecedentes del secuestrador

Antes de secuestrar a Jaycee, Phillip ya había sido condenado por varios delitos sexuales. En 1972, el sujeto drogó y violó a una joven de 14 años. Cuatro años después, en junio, en South Lake Tahoe, convenció a una joven de 19 años para que se subiera a su coche, la esposó y abusó de ella. Ese mismo año, intentó hacer lo mismo con otra víctima, pero ella logró escapar. Tan solo unas horas después, atrajo a otra mujer a su coche y la llevó a un almacén donde la agredió sexualmente.

Este último delito le valió una condena por 50 años. Sin embargo, el delincuente salió en libertad condicional tras permanecer solo 11 años en la cárcel. La Justicia concluyó que no representaba una amenaza para la salud, la seguridad ni la moral públicas. Aunque estaba en libertad, recibía visitas periódicas de su oficial de libertad condicional, quien jamás detectó la presencia de Jaycee en la vivienda.

Atrapada en un cobertizo destartalado

La niña vivía en un cobertizo destartalado en el patio de la vivienda de los Garrido y, más adelante, en una tienda de campaña en el mismo lugar. En los primeros años, fue sometida a constantes agresiones sexuales. "Me explicó que tiene un problema sexual y que me trajo para que lo ayudara con su problema y así no tener que molestar a nadie más con el suyo", relató posteriormente la víctima en una de sus memorias.

Siete meses después de ser raptada, Garrido le presentó a su esposa Nancy, quien le llevó un peluche y chocolates. Más tarde, Dugard reveló que la mujer era tan manipuladora como su esposo, ya que alternaba su trato entre la preocupación maternal y la frialdad y la crueldad.

Posteriormente, la menor engendró a su primera hija en 1994, producto de las violaciones y luego a una segunda en 1997. Las niñas crecieron creyendo que Phillip era su padre, Nancy su madre y Jaycee, su hermana mayor. Vivieron junto a ella en la tienda de campaña improvisada y nunca fueron llevadas al médico ni a la escuela.

Durante su cautiverio, Jaycee se movía en relativa libertad por la casa e incluso trabajó en la imprenta operada por su captor. A pesar de tener acceso al teléfono de la empresa y a un ordenador con Internet, nunca atinó a pedir ayuda debido a la gran manipulación psicológica ejercida por el matrimonio.

Decenas de oportunidades perdidas de rescate

Uno de los aspectos más llamativos del caso es la cantidad de oportunidades perdidas que tuvieron las autoridades para rescatarla. El delincuente sexual recibió 60 visitas de agentes de libertad condicional en un período de 10 años. Incluso, cuando existían denuncias de vecinos sobre comportamientos extraños en la vivienda, no se hizo ningún seguimiento.

"Es curioso cómo ahora puedo mirar atrás y darme cuenta de que el 'patio trasero secreto' en realidad no parecía tan 'secreto'", recordó Dugard en sus memorias. "Me hace creer que a nadie le importaba ni que realmente me estuvieran buscando", agregó.

El inesperado rescate

En paralelo, Garrido comenzó a tener delirios religiosos y predicó en la comunidad. En agosto de 2009, el sujeto llevó a sus hijas, que entonces tenían 11 y 15 años, al campus de la Universidad de California en Berkeley en busca de un permiso para distribuir folletos religiosos. Los comportamientos erráticos de las menores y un moretón visible en el ojo de una de ellas despertó la sospecha de la encargada de eventos especiales de la institución.

Se le pidió que regresara al día siguiente para una entrevista y, en paralelo, se lo investigó y se descubrieron los antecedentes del delincuente sexual. 

Como las autoridades no tenían forma legal de retener al secuestrador, contactaron a su agente de libertad condicional después de que este saliera del campus para expresar su preocupación por el bienestar de las niñas. El agente les informó que, según su conocimiento, el sujeto no tenía hijas.

Al otro día, fue citado a la oficina de su agente de libertad condicional y trajo a Nancy, Jaycee (a quien llamaba 'Allissa') y a las dos pequeñas. Allí, finalmente admitió haber secuestrado y violado a Dugard. Los captores fueron inmediatamente detenidos y la víctima, que ya tenía 29 años, fue reunida con su madre después de 18 años.

Tras el rescate de Jaycee, surgieron teorías de que padecía síndrome de Estocolmo, puesto que se había referido a su captor como "hombre cambiado", una "gran persona" y que "era bueno con sus hijos". Por su parte, Garrido fue condenado a 431 años de prisión y su esposa a 36 por el secuestro y robo de identidad.

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