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La mujer que marcó la vida del papa Francisco y terminó en un "vuelo de la muerte"

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Esther Ballestrino fue una víctima de la dictadura.
La mujer que marcó la vida del papa Francisco y terminó en un "vuelo de la muerte"

Una bioquímica uruguaya-paraguaya, feminista y activista fue fundamental en la formación política de Francisco, ya que influyó en el compromiso con la justicia social que marcó el liderazgo que el papa desempeñó durante 12 años en el Vaticano.

Así lo reconoció en múltiples ocasiones Francisco, quien solía recordar cómo conoció a Esther Ballestrino de Careaga, una de las víctimas de la última dictadura militar argentina (1976-1983) que pasó a la historia de los derechos humanos como fundadora de las Madres de Plaza de Mayo, un grupo de amas de casa que se organizó para enfrentar a los militares y buscar a sus hijos desaparecidos.

"Una mujer con mucho sentido del humor, que me introdujo en el mundo de la política (...). Me hacía leer varias cosas (...), conversábamos sobre eso, los comentábamos. A pesar de que yo era cura, seguimos siendo amigos", la definía Francisco.

Tanto hablaba de ella, que el periodista Nello Scavo rescató su influencia en "Bergoglio y los libros de Esther", una obra de 90 páginas que cuenta la relación entre ambos. Francisco la explicaría, también, en "Esperanza", su propia autobiografía.

El papa contaba que Ballestrino le había enseñado "la seriedad del trabajo" cuando se conocieron en un laboratorio en Buenos Aires, en donde la bioquímica supervisaba el desempeño de los jóvenes que acudían a hacer prácticas.

Uno de ellos era un adolescente de 16 años, llamado Jorge Bergoglio, que décadas después se convertiría en el primer papa latinoamericano. "Realmente le debo mucho a esa mujer", insistía Francisco, quien sostuvo una profunda amistad con su mentora hasta que ocurrió la tragedia.

El horror

De madre paraguaya y padre uruguayo, la identidad de Ballestrino estuvo compartida desde sus primeros años de vida, ya que nació en 1918 en Fray Bentos, una pequeña ciudad del país paterno, pero cuando todavía era niña la familia se mudó a Encarnación (Paraguay).

Ahí estudió Bioquímica y comenzó a militar en el izquierdista Partido Revolucionario Febrerista, lo que le valió la persecución de la dictadura militar paraguaya. En 1947 se refugió en Argentina, que vivía en democracia bajo la primera presidencia de Juan Domingo Perón.

Durante las décadas siguientes, en los que la violencia política se instaló en Argentina, con golpes de Estado y la aparición de guerrillas, Ballestrino se quedó en Buenos Aires, se casó con Raymundo Careaga y tuvo tres hijas.

Pero el vuelco definitivo a su vida ocurrió el 24 de marzo de 1976, con el inicio de la última dictadura que secuestró a dos de sus yernos y a su hija Ana María Careaga, quien se convertiría en un prueba viviente del terrorismo de Estado cometido por los represores: tenía solo 16 años cuando fue raptada y torturada, a pesar de que transitaba los tres meses de embarazo. Los militares lo sabían y la golpeaban en la panza. La mantuvieron encerrada en un centro clandestino durante cuatro meses, pero logró sobrevivir y dar a luz a una niña.

Mientras todo ello ocurrría, Ballestrino salió a la Plaza de Mayo para organizar rondas junto con otras mujeres que denunciaban desapariciones. Para identificar su lucha, se pusieron en la cabeza pañuelos blancos que representaban los pañales de las hijas e hijos que buscaban.

Luego de la liberación de Ana María, Ballestrino y su familia se refugiaron en Brasil y en Suecia, pero la fundadora de Madres de Plaza de Mayo decidió regresar a Argentina. Ya se trataba de una lucha colectiva: había que buscar a todos los desaparecidos.

Vuelos de la muerte

El 8 de diciembre de 1977, Ballestrino fue secuestrada en una iglesia de Buenos Aires junto con otras víctimas, entre ellas Azucena Villaflor y María Ponce, también fundadoras de Madres de Plaza de Mayo.

La llevaron a la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), uno de los centros clandestinos de detención más grandes que hubo en América Latina. La torturaron por lo menos durante 10 días y luego la subieron a uno de los "vuelos de la muerte", el sistema que usaron represores en todo el continente para desaparecer a sus víctimas tirándolas, en muchos casos todavía vivas, al mar.

No siempre lograron su objetivo. El 20 de diciembre de 1977 aparecieron cuerpos en varias playas argentinas. El mar los había empujado a la costa. Fueron enterrados como desconocidos. Casi 30 años después, el 8 de julio de 2005, el Equipo Argentino de Antropología Forense confirmó que uno de esos cuerpos era el de Ballestrino.

El 24 de julio de ese mismo año, la fundadora de las Madres de Plaza de Mayo fue enterrada en el jardín de la iglesia en la que había sido secuestrada. Su nombre inspiró desde entonces las luchas por los derechos humanos y, gracias al permanente recuerdo de Francisco, fue conocido en todo el mundo.

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