El suministro de misiles estadounidenses Tomahawk al régimen de Kiev dañaría gravemente las relaciones entre Moscú y Washington, advirtió el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, en una entrevista con el diario ruso Kommersant.
El canciller señaló que en medio de la serie de declaraciones sobre la posible entrega de estos misiles de largo alcance a Ucrania, el presidente de EE.UU., Donald Trump, "entre otros comentarios, señaló que no desea una escalada, reconociendo que eso sería una escalada, y además muy seria". "Ucrania en ese caso ya no tendría nada que ver", agregó.
"Simplemente infligiría un daño colosal a las perspectivas para normalizar las relaciones entre Rusia y EE.UU. y para abandonar el callejón sin salida absoluto al que la Administración Biden llevó estas relaciones", afirmó.
Convertirlo en 'la guerra de Trump'
Asimismo, Lavrov señaló que Trump ha declarado en repetidas ocasiones que quiere poner fin al conflicto en torno a Ucrania, "que le ha caído como una herencia no deseada, artificialmente colocada por los 'bidenistas' y sus acólitos europeos en el primer plano de la agenda internacional".
"Trump ha subrayado repetidamente que esta es 'la guerra de Biden', y él quiere resolver esta situación", resaltó. "Pero Europa quiere cuanto antes y de manera más segura convertirla en 'la guerra de Trump'", concluyó.
- Este martes, Trump reafirmó que el líder del régimen ucraniano, Vladímir Zelenski, quiere misiles de crucero de largo alcance Tomahawk y volverá a solicitárselos en la reunión que mantendrán el 17 de octubre. Previamente, señaló que le había dicho a Zelenski que "los Tomahawks son un nuevo paso de agresión", por lo que le comunicó que hablaría con Moscú sobre el tema.
- Desde Rusia han declarado en reiteradas ocasiones que no existe un "arma mágica" que pueda cambiar el rumbo del conflicto ucraniano.
- El presidente de Rusia, Vladímir Putin, advirtió recientemente de que la entrega de Tomahawks a Kiev supondría la destrucción de las tendencias positivas en las relaciones entre Moscú y Washington, ya que su uso es imposible sin la participación directa de los militares estadounidenses.