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Por qué atacar al Estado Islámico en Siria no será una tarea fácil para EE.UU.
El Ejército de EE.UU. afronta una serie de duros desafíos desde que su presidente, Barack Obama, consideró necesario bombardear a las fuerzas islamistas radicales en Siria, ya que tendrá que coordinarse con Moscú y Damasco.
Desde que el pasado 20 de agosto el Estado Islámico publicase un vídeo con la ejecución del periodista estadounidense James Foley, el equipo de seguridad nacional de Obama ha acelerado sus maniobras en pos de lanzar una campaña militar contra el Estado Islámico desde Irak hasta Siria, según informaron fuentes oficiales a Reuters.
El Pentágono planea seguir con la estrategia de atacar desde el aire objetivos seleccionados del Estado Islámico como ya hizo en Irak, haciendo uso tanto de drones como de aviones tripulados. Sin embargo, para llevar a cabo una misión de tal envergadura Washington tendrá que coordinarse con las fuerzas militares sirias leales a Bashar al Assad pasando a través de la supervisión de Rusia e Irak, lo que conlleva un gran esfuerzo de trabajo conjunto entre los involucrados directa e indirectamente en la lucha contra el Estado Islámico.
También se deben tener en cuenta las lagunas del servicio de inteligencia de Estados Unidos respecto a la capacidad tecnológica de los terroristas en la región, que suponen una gran preocupación para la cúpula militar de Washington. Los terroristas del Estado Islámico podrían haberse apoderado de potentes armas antiaéreas en sus incursiones y saqueos de arsenales en Irak y Libia. A esto se suma la escasa información que se tiene de los emplazamientos y enclaves terroristas en Siria, lo que dificultaría la efectividad de los bombardeos aéreos estadounidenses.
Desde el inicio de la guerra civil en Siria, el 15 de marzo de 2011, la inteligencia estadounidense ha mantenido contactos entre los islamistas más moderados que luchaban contra Al Assad. Sin embargo, estas fuentes no parecen ser lo suficientemente efectivas para informar de los movimientos del Estado Islámico, hecho que quedó demostrado tras el fallido intento de rescatar a James Foley y a otros rehenes de la organización terrorista en Siria.
Además, el Pentágono sabe que el Estado Islámico utiliza un sofisticado sistema de comunicación codificado para transmitir órdenes y estrategias entre sus combatientes. El cúmulo de todos estos problemas y obstáculos para el Ejército de los Estados Unidos supone un gran riesgo, ya que un pequeño fallo de comunicación o un pequeño malentendido podría provocar la muerte de numerosos civiles.
El Pentágono planea seguir con la estrategia de atacar desde el aire objetivos seleccionados del Estado Islámico como ya hizo en Irak, haciendo uso tanto de drones como de aviones tripulados. Sin embargo, para llevar a cabo una misión de tal envergadura Washington tendrá que coordinarse con las fuerzas militares sirias leales a Bashar al Assad pasando a través de la supervisión de Rusia e Irak, lo que conlleva un gran esfuerzo de trabajo conjunto entre los involucrados directa e indirectamente en la lucha contra el Estado Islámico.
También se deben tener en cuenta las lagunas del servicio de inteligencia de Estados Unidos respecto a la capacidad tecnológica de los terroristas en la región, que suponen una gran preocupación para la cúpula militar de Washington. Los terroristas del Estado Islámico podrían haberse apoderado de potentes armas antiaéreas en sus incursiones y saqueos de arsenales en Irak y Libia. A esto se suma la escasa información que se tiene de los emplazamientos y enclaves terroristas en Siria, lo que dificultaría la efectividad de los bombardeos aéreos estadounidenses.
Desde el inicio de la guerra civil en Siria, el 15 de marzo de 2011, la inteligencia estadounidense ha mantenido contactos entre los islamistas más moderados que luchaban contra Al Assad. Sin embargo, estas fuentes no parecen ser lo suficientemente efectivas para informar de los movimientos del Estado Islámico, hecho que quedó demostrado tras el fallido intento de rescatar a James Foley y a otros rehenes de la organización terrorista en Siria.
Además, el Pentágono sabe que el Estado Islámico utiliza un sofisticado sistema de comunicación codificado para transmitir órdenes y estrategias entre sus combatientes. El cúmulo de todos estos problemas y obstáculos para el Ejército de los Estados Unidos supone un gran riesgo, ya que un pequeño fallo de comunicación o un pequeño malentendido podría provocar la muerte de numerosos civiles.
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