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Obama no desprecia donaciones de ´Osama bin Laden´
El comité de la campaña electoral de Barack Obama ha aceptado donaciones de 'Osama bin Laden' vía transferencia bancaria, a pocos días de las presidenciales en EE.UU.
Un medio conservador norteamericano mandó dos pequeñas sumas -de 15 y 5 dólares- desde un servidor pakistaní usando el nombre del difunto terrorista.
Con este doble envío los periodistas pretendían mostrar que Obama recibe financiación desde el extranjero pese a la prohibición legal.
En el banco han comprobado que en ambos casos el dinero ha sido transferido sin problemas.
De este modo, el medio ha concluido que la página web del presidente no es capaz de identificar de dónde provienen las donaciones. Los periodistas planean interponer una denuncia ante la comisión federal electoral y el FBI.
Pero los fallos en cuanto a las donaciones no son los únicos en esta campaña. A ellos se les pueden sumar las brechas en la supervisión del proceso electoral norteamericano.
Por lo visto, la identidad del que participa en el sufragio ya no es tan importante.
Es posible robar el voto nada menos que del fiscal general, Eric Holder, cuando no se requiere ningún documento para pasar por las urnas. Esta conclusión se deduce de una grabación compartida por la organización Project Veritas.
- ¿Tienen en su lista a Eric Holder? He olvidado mi documento de identidad. - No hace falta, está bien.
Parece ser que en EE.UU. las normas que habitualmente rigen cualquier proceso electoral se interpretan con mucha libertad. “Incluso el centro Carter, que desempeña un gran papel supervisando elecciones en el extranjero, se niega a observar las elecciones en EE.UU., argumentando que no cumplen los más mínimos estándares de integridad”, dijo Jonathan Simon, cofundador y director de la Alianza de Defensa de las Elecciones.
Estándares electorales son lo que la Casa Blanca vigila con recelo cuando las elecciones tienen lugar en otro país.
Y si el gobierno del estado en cuestión no muestra su entusiasmo por la llegada de las misiones de observadores norteamericanos, las conclusiones no se hacen esperar.
“Tenemos derecho de observar las elecciones en otros países. ¡Por supuesto! Y si no lo aceptan es que están haciendo trampa, no es democrático, está amañado, es dictatorial, ¿Qué demonios?”, comentó Ted Rall, columnista y autor.
Estas sospechas infundadas se multiplican en los medios, creando una sensación de histeria en torno a las supuestas irregularidades en los comicios en el exterior.
“Elecciones en Venezuela, elecciones en Irán, en Rusia. La prensa se vuelve loca con cualquier señal de que el resultado estaba amañado. Independientemente de que las pruebas sean fiables, ellos se vuelven locos”, argumentó Mark Crispin Miller, profesor de la Universidad de Nueva York y autor de ´Timados otra vez. Cómo la derecha robó las elecciones de 2004´.
El afán de criticar a otros países, haciendo caso omiso de las violaciones electorales en territorio propio, para muchos, contribuye a forjar una imagen negativa de Washington.
Según los expertos, la famosa expresión bíblica sobre la paja en el ojo ajeno se ha convertido en uno de los lemas de la administración norteamericana.
“Dos palabras definen por qué la gente odia a Estados Unidos: doble rasero. En todo”, expresó Ted Rall.
Con este doble envío los periodistas pretendían mostrar que Obama recibe financiación desde el extranjero pese a la prohibición legal.
En el banco han comprobado que en ambos casos el dinero ha sido transferido sin problemas.
De este modo, el medio ha concluido que la página web del presidente no es capaz de identificar de dónde provienen las donaciones. Los periodistas planean interponer una denuncia ante la comisión federal electoral y el FBI.
Pero los fallos en cuanto a las donaciones no son los únicos en esta campaña. A ellos se les pueden sumar las brechas en la supervisión del proceso electoral norteamericano.
Por lo visto, la identidad del que participa en el sufragio ya no es tan importante.
Es posible robar el voto nada menos que del fiscal general, Eric Holder, cuando no se requiere ningún documento para pasar por las urnas. Esta conclusión se deduce de una grabación compartida por la organización Project Veritas.
- ¿Tienen en su lista a Eric Holder? He olvidado mi documento de identidad. - No hace falta, está bien.
Parece ser que en EE.UU. las normas que habitualmente rigen cualquier proceso electoral se interpretan con mucha libertad. “Incluso el centro Carter, que desempeña un gran papel supervisando elecciones en el extranjero, se niega a observar las elecciones en EE.UU., argumentando que no cumplen los más mínimos estándares de integridad”, dijo Jonathan Simon, cofundador y director de la Alianza de Defensa de las Elecciones.
Paja en el ojo ajeno
Estándares electorales son lo que la Casa Blanca vigila con recelo cuando las elecciones tienen lugar en otro país.
Y si el gobierno del estado en cuestión no muestra su entusiasmo por la llegada de las misiones de observadores norteamericanos, las conclusiones no se hacen esperar.
“Tenemos derecho de observar las elecciones en otros países. ¡Por supuesto! Y si no lo aceptan es que están haciendo trampa, no es democrático, está amañado, es dictatorial, ¿Qué demonios?”, comentó Ted Rall, columnista y autor.
Estas sospechas infundadas se multiplican en los medios, creando una sensación de histeria en torno a las supuestas irregularidades en los comicios en el exterior.
“Elecciones en Venezuela, elecciones en Irán, en Rusia. La prensa se vuelve loca con cualquier señal de que el resultado estaba amañado. Independientemente de que las pruebas sean fiables, ellos se vuelven locos”, argumentó Mark Crispin Miller, profesor de la Universidad de Nueva York y autor de ´Timados otra vez. Cómo la derecha robó las elecciones de 2004´.
El afán de criticar a otros países, haciendo caso omiso de las violaciones electorales en territorio propio, para muchos, contribuye a forjar una imagen negativa de Washington.
Según los expertos, la famosa expresión bíblica sobre la paja en el ojo ajeno se ha convertido en uno de los lemas de la administración norteamericana.
“Dos palabras definen por qué la gente odia a Estados Unidos: doble rasero. En todo”, expresó Ted Rall.
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