Los retos de la ciencia para 2010
El trabajo de los científicos de todas las especialidades no cesa con la depresión económica. Son cinco los hallazgos e inventos científicos más esperados del año 2010: en astronomía, química y física nuclear, antropología y ingenería.
El elemento número 117, con su nombre temporal de 'ununseptio', extenderá la tabla periódica diseñada por Mendeleev. Todo el año pasado el Instituto de investigaciones nucleares en Dubna, cerca de Moscú, llevó a cabo trabajos para la síntesis del nuevo elemento. En junio pusieron en marcha el ciclotrón que bombardea a isótopos de berkelio-249 con núcleos acelerados de calcio-48. Pero por el momento el experimento no ha permitido verificar la aparición y la supervivencia concreta de los átomos.
Ya hace mucho que se revelaron los elementos 116 y 118 (todavía el último en la tabla). Su 'vecino', que tampoco se encuentra en la Tierra, se ha retrasado por sus propiedades químicas muy especiales, según informaron los científicos de Dubna.
El Instituto Max Planck de Antropología Evolucionaria de Leipzig (Alemania) va a finalizar, el año corriente, su programa de desciframiento del genoma del Neandertal que se ha extendido muchos años. Estos representantes de la rama evolucionaria desaparecieron de la superficie del globo hace aproximadamente 200.000 años. Y algunos científicos piensan incluso que eran seres más adelantados que nuestros antepasados directos.
Para el verano el suizo Bernar Pikkar planifica su vuelo en un avión sin un gramo de combustible. Pretende volar 36 horas, por lo que dependerá de la aptitud de sus baterías para producir o acumular la energía solar por la noche. La longitud de las alas del avión monoplaza, cubiertas por baterías solares, alcanza las dimensiones de un Boing-777, cerca de 61 metros.
La botadura del primer catamarán que consume no sólo energía del Sol, sino de las estrellas, también se prevé para una fecha más cercana, en febrero. En su construcción biplaza las baterías solares ocupan un área de 500 metros. Los inventores pretenden efectuar una circunnavegación en ese barco.
El mismo verano aterrizará la cápsula de la sonda japonesa espacial, Jayabusa (Halcón en japonés). Aun en 2003 ha salido para investigar el asteroide de Itokava. Por medio de un robot obtuvo varios fragmentos del terreno de aquel objeto espacial. La expedición resultó muy difícil: hubo varias averías durante las tentativas de aterrizaje sobre el asteroide que hacían pensar en una pérdida completa del aparato. Pero los científicos japoneses consiguieron recuperar los defectos, y los fragmentos se llevaron a la Tierra poco tiempo después. Será un acontecimiento imprescindible para la cosmología y la química planetaria.
Perderá definitivamente el sentido la pregunta que se dirigió en 2006 al entonces presidente ruso, Vladímir Putin, en cuanto a las perspectivas de uso de robots antropoideos en la salvaguarda de los bordes estatales. El próximo junio, más de 100 universidades de 20 países enviarán sus robots humanoides a unas competiciones nombradas como la primera 'Olimpiada de robots humanoides'. Los participantes dispondrán de manos y piernas como si fueran personas, según demanda el estatuto de la competición. No es obligatorio que tengan cabeza, o algo similar, sobre los hombros. Sin embargo, con estos criterios se alcanza un nivel superior respecto a las unidades y las competiciones de las olimpiadas de la última década.
Van a competir en 16 eventos en cinco categorías, que incluyen atletismo, juegos de pelota, combate, baile y servicios domésticos como limpieza y asistencia médica. La Olimpíada la recibe del Instituto de Tecnología de Jarbín, la capital de una provincia nororiental china.
Desde el lunes los astrónomos están observando un objeto cósmico recién descubierto que el 13 de enero se acercó a la Tierra a una distancia de 120.000 kilómetros. El asteroide, llamado 2010 AL30, tiene un periodo de circulación apenas mayor que los 365 días de la Tierra. El primer supuesto consistía en que pudiera ser un artefacto –algún satélite de desecho o escalón de un cohete–. Pero su diámetro supera los diez metros, y está claro que la humanidad no ha lanzado al Cosmos una 'basura' de esas dimensiones.