Opinión
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Maria Fe Celi Reyna
Es analista política peruana. Reside en China desde 2018. Se especializa en temas relacionados a China, América Latina y el surgimiento del nuevo mundo multipolar. Es candidata a doctora en Historia global por la Universidad de Shanghái.
Twitter: @mfceli
A pesar de haber sido Nixon quien concibió el acercamiento entre EE.UU. y China, hoy se recuerda a Kissinger por ser el gran estratega que lo llevó a cabo.
Desde Washington han exacerbado su retórica anti-China cuando ambas economías están intrínsecamente relacionadas.
La insistencia de Beijing en la neutralidad se debe a que entiende que es el único camino para solucionar este lastre de la colonización occidental sin arriesgar nuestra propia existencia.
Las décadas de expulsar a palestinos por todo el mundo han permitido la creación de un movimiento global de apoyo a Palestina.
Las naciones occidentales han diversificado sus formas de dominación. Una de ellas consiste en usar su aparato mediático para desprestigiar, ridiculizar y obstruir cualquier intento de liberación de los pueblos.
El fortalecimiento del vínculo manda un mensaje a EE.UU.: en el nuevo mundo multipolar no se permitirá la asfixia a los países mediante sanciones unilaterales.
Si el nuevo bloque tiene éxito, hablaríamos de un mundo interconectado, seguro, con naciones comerciando en igualdad de condiciones, con sus propias monedas (adiós petrodólar) y respetándose mutuamente.
De hacer como si nada pasara o apoyar a la CEDEAO, se diluiría el espíritu panafricanista con el que la Cumbre fue planteada y el bloque caería en contradicción con sus propios principios.
No es la primera vez que el Perú está al borde de una situación límite en la que parece que la sociedad va a implosionar. Toca ver si esta vez las élites intelectuales, las oligarquías civiles y militares quieren entender y apoyar los cambios necesarios.
El país tendrá la presidencia 'pro tempore', pero nada más. El apoyo de EE.UU. es apenas uno de los pocos apoyos en medio de su innegable aislamiento.