Honduras se encuentra actualmente en medio de un fuerte debate sobre su soberanía. Ante la crisis política que involucra a varios líderes encarcelados, se ha abierto la puerta a un experimento inusual: las Zonas de Empleo y Desarrollo Económico, más conocidas como ZEDES. Este esquema, que prometió desarrollo y oportunidades para los más empobrecidos, ha generado división, incertidumbre y miedo.
Ciudad Morazán
Nuestro equipo se adentró en las localidades más polémicas donde se han implementado estas zonas, específicamente en la ZEDE Ciudad Morazán, situada en Choloma. Este lugar fue establecido bajo la promesa de ser un modelo de desarrollo seguro y productivo, sin embargo, la realidad es que la población está marcada por el silencio y la falta de actividad.
Metas no alcanzadas
Los objetivos de estas zonas, que serían administradas por empresas privadas con un enfoque en la autonomía gubernamental, no se han materializado como se esperaba. La administradora de Ciudad Morazán, Úrsula Frédéric, admitió que las metas de población y negocios no se han alcanzado, lo que resalta la ineficacia de este modelo.
Cambios en el Gobierno
Con la llegada de Xiomara Castro al poder, se derogó la ley que permitía la creación de estas ZEDES, lo que ha llevado a un estancamiento en su desarrollo. Carlos Alfonso Fortín Lardizábal, secretario técnico de Ciudad Morazán, argumenta que hay intereses políticos detrás de esta decisión, apelando a que el potencial de crecimiento para Honduras aún existe.
Opiniones contradictorias
Las opiniones sobre el impacto de las ZEDES son contradictorias. Mientras algunos residentes, como el estadounidense Alex Ygorgy, afirman haber encontrado aquí oportunidades únicas, otros locales expresan su preocupación sobre la falta de consultas y el temor a la expropiación. En comunidades como Crawfish Rock, la lucha contra el modelo ZEDES es intensa, y sus habitantes, como Luisa Connor, denuncian el daño potencial al medio ambiente y la cultura local.
Finalmente, aunque el desarrollo y las promesas de prosperidad suenan tentadoras, el costo de ceder la soberanía y la identidad cultural es un tema que muchos hondureños no están dispuestos a negociar. La realidad de las ZEDES invita a reflexionar sobre el verdadero propósito de estas iniciativas y su efectividad en el mejoramiento de la vida de la población. La lucha por la soberanía, mientras tanto, continúa.

