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¿Es posible que el agua cause problemas de obesidad?

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Su consumo puede influir en la cifra que marca la báscula, un estudio aclara cómo.
¿Es posible que el agua cause problemas de obesidad?

Tomar agua frecuentemente es un consejo que llevamos años escuchando, sin embargo, todavía hay muchas dudas alrededor de su consumo.

Una creencia muy difundida es que beber agua en exceso causa obesidad. Un informe del Ministerio de Salud de Irán explica qué hay de cierto en eso.

El agua normalmente comprende entre el 50 y el 60 % del peso corporal total de un adulto. No obstante, el peso del agua y el de la grasa son aspectos diferentes, cuyos roles también divergen en el peso corporal total.

Diferencias importantes 

El peso del agua se refiere a la cantidad de agua que hay en el organismo, que puede modificarse en función de diversos factores, como el nivel de hidratación, la ingesta de sal, los cambios hormonales e incluso el uso de ciertos medicamentos.

Si bien dicho peso puede influir temporalmente en la cifra que marca la báscula, no refleja un aumento o pérdida real de grasa corporal.

Por otro lado, tal y como su nombre lo indica, el peso graso es la acumulación de tejido graso en el físico. El aumento en la cantidad de grasa se da cuando la ingesta calórica se eleva de forma significativa.

Entender la diferencia entre los tipos de peso es esencial para medir el impacto del consumo de agua en el cuerpo y así desmentir la creencia de que tomar demasiada agua puede hacernos engordar cuando, en realidad, ocurre lo contrario.

Además, las autoridades de salud señalan que el agua cumple muchas funciones en el organismo, entre ellas regular la temperatura y favorecer la buena digestión.

También, ayuda a que tanto las articulaciones como los órganos estén bien lubricados y nos hace lucir una piel hidratada y elástica.

Aunque las necesidades pueden variar de acuerdo con la edad, el sexo, la dieta y el tipo de actividad física, las instituciones sanitarias recomiendan consumir de 2 a 3 litros al día como parte de nuestros hábitos.

Incluso se sugiere que las mujeres embarazadas o que se encuentran amamantando, así como personas enfermas o que están recuperándose de alguna enfermedad, aumenten el consumo.

La mayoría de los expertos coinciden en que no debemos preocuparnos por la cantidad de líquido que bebemos, si es excesiva o, por el contrario, insuficiente, pues, al final, nuestro cuerpo nos da señales cuando necesita que tomemos agua, como cuando tenemos hambre o estamos cansados.

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