
La toma de Berlín: último tiro a la cabeza del nazismo
A principios de abril de 1945, la Gran Guerra Patria se acercaba a su final. El Ejército Rojo avanzaba decididamente y estaba a solo 60 kilómetros de la capital alemana. Entonces las fuerzas soviéticas lanzaron la Operación Ofensiva de Berlín, que movilizó a 2,5 millones de soldados, 6.300 tanques y 7.500 aviones. Por el lado alemán, Hitler contaba con más de un millón de tropas, 1.200 tanques y 3.300 aviones.

La ofensiva comenzó la noche del 16 de abril, con ataques coordinados desde diferentes frentes soviéticos. En pocos días, las tropas rompieron las defensas alemanas y cercaron Berlín. El 26 de abril se inició la etapa final con el asalto directo a la ciudad por el frente dirigido por el mariscal Zhúkov. En medio de la desesperación, Hitler llegó a utilizar a miembros de las Juventudes Hitlerianas y a personas mayores en un intento por defenderse.

"Hitler, que estaba en agonía, movilizó todo lo que pudo. Niños de 12, 13, 14 años. También estaba el llamado Volkssturm, con gente de 60-65, incluso de 70 años. Los nazis no se compadecieron de nadie", cuenta el historiador Mijaíl Miagkov.

Intensos combates estallaron en las calles, pero el avance soviético no se detuvo. Se dice que el 30 de abril, cuando el Ejército Rojo estaba cerca del búnker del 'Führer', Hitler se suicidó.

Tras varios días de lucha, los soviéticos tomaron el control del Reichstag, donde izaron una bandera que se convirtió en símbolo de la victoria sobre el nazismo.

Ante esta situación, el mando alemán comenzó a negociar la rendición, que se concretó el 2 de mayo. Casi medio millón de soldados alemanes fueron hechos prisioneros, desmintiendo el gran miedo que la propaganda nazi había instaurado hacia el Ejército Rojo.

Alexéi Samojin, un veterano de 100 años y uno de los héroes que liberó Berlín, recuerda con emoción la alegría que sintieron al recibir la noticia de la victoria tras la orden de cesar el fuego. "Un cúmulo de emociones que no conocía. Nos abrazamos. Lloramos. Reímos. Hasta besamos a los comandantes más estrictos. No era para menos: un evento como la victoria", recuerda el veterano.

La operación finalizó el 8 de mayo, día en el que Alemania firmó su capitulación incondicional, aunque a costa de la vida de más de 350.000 soldados soviéticos. Y a pesar de que ellos no pudieron ver la victoria, su sacrificio fue fundamental para lograrla.