
Cumbre de la Celac en Honduras: ¿Latinoamérica unida en pleno auge de Trump?
El vertiginoso inicio de la segunda administración del presidente de EE.UU., Donald Trump, ha generado una sensación de inestabilidad que traspasa la esfera netamente económica y que se entromete en todas las relaciones sociales y comerciales del mundo.
Particularmente, Latinoamérica ha estado muy atada históricamente a los designios de EE.UU., por lo que seguramente en esta nueva era tendrá que afrontar situaciones difíciles que también traerán enormes oportunidades.
No solo los recientes aranceles fijados tendrán impacto en nuestra región. Las deportaciones masivas y el tono belicoso con el que el mandatario estadounidense ha tocado temas como el canal de Panamá y la frontera con México, suponen un período en el que cabría esperar relaciones tormentosas con Washington.
Ese es el panorama que rodea esta IX Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (Celac), que hoy comienza, y que ha reactivado el interés de diversos gobiernos de América Latina por reimpulsar este mecanismo que estaba bastante apaciguado, a diferencia del primer lustro después de su conformación en 2010. Cuando apenas van tres meses de gestión del nuevo inquilino de la Casa Blanca, otra vez se cotiza la Celac como una opción necesaria, por lo tanto, se eleva la participación de los mandatarios regionales.
Con la asistencia confirmada de 11 líderes, las expectativas son crecientes en comparación con otras cumbres similares. Asistirán Claudia Sheinbaum (México); Luiz Inácio Lula da Silva (Brasil); Gustavo Petro (Colombia); Luis Arce (Bolivia); Bernardo Arévalo (Guatemala); Miguel Díaz-Canel (Cuba); Yamandú Orsi (Uruguay); los primeros ministros, Ralph Gonsalves (San Vicente y las Granadinas) y Mark Phillips (Guyana); y la anfitriona Xiomara Castro (Honduras).
Este encuentro representa un esfuerzo por revitalizar la Celac, que perdió influencia durante el ciclo de gobiernos de derecha en la región. Sin embargo, el actual ciclo progresista no ha traído consigo, a diferencia del primero, una política ágil de cohesión regional o de intento de desarrollar las instituciones existentes como la Celac o la Unasur. Incluso, los bloques que estaban más aceitados como el Mercosur también han sufrido procesos internos de fragmentación.
Ha habido una pérdida de interés por los mecanismos de integración regional los últimos años y cada país ha buscado la forma propia de sobrevivencia. Como un ejemplo, en la última Cumbre Iberoamericana celebrada en noviembre de 2024, solo acudió el anfitrión, el presidente de Ecuador, Daniel Noboa, lo que pudo ser interpretado como un desaire hacia el presidente de Portugal, Marcelo Rebelo, y el rey de España, Felipe VI, quienes entonces sí asistieron a Cuenca.
La alta participación en la cita que culmina el miércoles también contrasta con una reunión urgente que se convocó en la Celac sobre el tema migración, en enero de 2025, y que posteriormente no se llevó a cabo, entre otras cosas, por la falta de consenso.
Pero los tiempos pasan precipitados y surgen problemas comunes que obligan a los líderes a sentarse nuevamente.
¿Otro Trump? ¿Otra América Latina?
La primera administración de Trump impulsó un auge de gobiernos de derecha en América Latina y está por verse cómo esta segunda afectará el mapa geopolítico de la región.
Lo cierto es que una cadena de estallidos sociales en diversos países como Chile, Colombia, Ecuador, Bolivia, Puerto Rico y Haití y las derrotas electorales de la derecha en Brasil, Colombia, Chile y otros, contuvieron el auge de aquel trumpismo desatado por el continente y que tuvo como mayor logro organizativo el extinto Grupo de Lima.

Las experiencias de izquierda que hoy gobiernan la mayor cantidad de países de América Latina también son una respuesta al auge que tuvo la derecha conservadora latinoamericana hacia finales de la década pasada.
En paralelo, la política de aranceles de Trump está generando una desafiliación de los aliados tradicionales del gobierno de EE.UU., lo que puede facilitar a América Latina, especialmente a los países más apegados a Washington, el comercio con otras regiones, como los Brics y la Unión Europea (UE).
El avance de las relaciones con China ha sido inocultable en las balanzas comerciales y también en diversos proyectos de infraestructura en toda la región. Su influencia pudo develarse con el protagonismo del coloso asiático durante la VI Cumbre en México, en septiembre de 2021, teniendo como anfitrión al expresidente Andrés Manuel López Obrador y a la que asistió virtualmente el presidente chino, Xi Jinping.
Con la Unión Europea, la Celac ya ha realizado tres cumbres interregionales. La última de ellas en Bruselas en 2023, pero estas relaciones han cobrado relevancia luego de la presentación del proyecto 'Global Gateway', una iniciativa de la UE para invertir en América Latina en torno a los 45.000 millones de euros hasta 2027, con la que pretende competir con la Ruta de la Seda de China.
Entonces esta cita dará claves para entender cual será el sentido que tomará América Latina en la coyuntura naciente y cuyo final es indeterminable.
Otros temas principales
La deportación masiva de migrantes y el canal de Panamá son temas que también sobrevolarán el evento.
Otros de los puntos que generan expectativas son: la trasferencia a la nueva presidencia pro tempore de Gustavo Petro que puede imprimir velocidad al bloque durante el año en el que le tocará dirigirlo, así como la propuesta de Lula de lograr una candidatura común de una mujer latinoamericana al cargo de la secretaría general de la ONU, que será renovado en 2026.

Pero todos estos ítems estarán condicionados por la problemática que luce central: las capacidades de la región para hacer frente a un nuevo mundo que está naciendo. Esta Cumbre abre la posibilidad que América Latina dé una respuesta conjunta a las graves situaciones que se están presentando, para perfilar a la región latinoamericana y el Caribe hacia la diversificación de sus relaciones comerciales que podría sellar la independencia histórica de la región hacia EE.UU., una potencia que había sido hegemónica desde finales del siglo antepasado y que consideró a la región simplemente como su "patio trasero".
Hoy el "patio trasero" se verá a las caras y deliberará sobre su futuro. Seguramente también tendrá muchos obstáculos internos, pero las expectativas van al alza.
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