Emir Kusturica: Ucrania, nuestros tiempos
En estos días en varios países comienza la presentación del documental 'Gente de Cristo. Nuestros tiempos', un trabajo creado por un equipo de ciudadanos de Italia, Serbia, Rusia y Ucrania bajo la dirección del serbio Jovan Markovic y con la participación activa de Emir Kusturica, uno de los personajes más importantes de la cultura contemporánea, a quien algunos medios erróneamente indicaron como el director del proyecto.
Aunque su estreno ya tuvo lugar en Belgrado el 18 de septiembre, actualmente se proyecta en canales de televisión de diferentes países balcánicos y se prepara su presentación en otras naciones de Europa y América Latina.
El tema central de esta obra es la persecución que realiza el régimen de Kiev en contra de la Iglesia ortodoxa ucraniana. Se trata de una narración en la voz de varios testigos, contemporáneos, víctimas y luchadores de estos días sobre la tragedia más callada por los grandes medios. Sería un grave error presentar este trabajo como una simple denuncia sobre la violación de los derechos de los creyentes ucranianos por su Gobierno, lo que seguramente será la explicación del poder mundial, cuando la existencia de este documental no se pueda seguir ignorando como ahora.
Pero la película no es solo sobre Ucrania y la Iglesia ortodoxa. Las historias que se cuentan allí son el espejo de todo un mundo desgarrado por la actual guerra planetaria contra la humanidad, donde el principal campo de batalla es el corazón de cada uno.
Hace poco más de 25 años las primeras bombas de la OTAN cayeron sobre ese país que aún era Yugoslavia. Hay muchas explicaciones e interpretaciones sobre esa guerra, que al parecer fue el comienzo del fin de nuestro tan cómodo e ingenuo mito sobre Europa y su absurdo concepto de "países civilizados".
En un mundo en el que de un día para el otro llegó a ser unipolar y el soberbio polo del poder hizo lo que quiso, la tragedia de Yugoslavia, la patria de Kusturica, fue solo el prólogo para una catástrofe continental que no quisimos ni ver ni comprender así.
Posiblemente pocos recordarán que justamente Yugoslavia fue en 1961 uno de los fundadores del Movimiento de Países No Alineados y después, en las décadas posteriores, representó un socialismo diferente al modelo soviético y en términos económicos fue bastante más flexible y atractivo. ¿Acaso no era ese modelo económico yugoslavo, en los años del colapso de la URSS, algo muy peligroso para Occidente por ser ejemplo de una alternativa que todavía podía ser capaz de salvar a los pueblos soviéticos del capitalismo salvaje que venía imponiéndose desde afuera? ¿No sería esta la razón verdadera del bombardeo y del posterior desmembramiento de Yugoslavia?
Ahora sabemos de la experticia del enemigo para sembrar conflictos étnicos y religiosos en las tierras que necesita dividir y dominar. "Con la guerra, la OTAN siguió también el plan de marginar a Rusia de la competición mundial y enviar a China una señal de advertencia", explica la socióloga y escritora alemana Jutta Ditfurth en 'Guerra, átomo, pobreza. Lo que dicen, lo que hacen', su libro publicado en 2011 pero que parece haber sido escrito ahora.
Así, mezclando las geografías y confundiendo los tiempos, desde aquellos acontecimientos reaparece un joven Joe Biden, que en 1999 fue uno de los más ardientes partidarios del bombardeo de Yugoslavia por parte de la OTAN. "Propuse bombardear Belgrado. Me ofrecí a enviar pilotos estadounidenses y volar todos los puentes del río Drina", relató con orgullo en su momento el actual presidente de EE.UU.
Recuerdo que en los años de Perestroika, cuando todavía vivía en Ucrania, para casi todos mis amigos de Kiev el nombre de Emir Kusturica representaba lo mejor del cine y de la música de aquellos tiempos, mientras que en los submundos artísticos ucranianos seguir sus obras era lo más natural. Sé que muchos de ellos ahora defienden a lo que consideran "su" Gobierno y "contra la agresión rusa". ¿Qué pensarán de este reciente trabajo de Kusturica? ¿Tendrán por lo menos curiosidad por verlo?
El drama de Yugoslavia era la advertencia más evidente para Ucrania, pero nadie quiso razonar ni ver lo obvio e incómodo. La pantalla resultó ser más fuerte.
Para entender lo que pasó con la conciencia y los corazones de mis examigos, trato de ver las últimas películas de Emir con los ojos de ellos. Trato y no puedo. Tal vez para mirar con esos ojos hay que tener la exuberante imaginación de Kusturica.
El documental 'Gente de Cristo. Nuestros tiempos' muestra la persecución de los creyentes cristianos ortodoxos en Ucrania, un hecho que suele ser interpretado como "la lucha del gobierno de Kiev contra la iglesia que une al pueblo ucraniano con el ruso". Es verdad, igual que es cierta la explicación de que dentro de esta guerra contra la memoria y la cultura de nuestros pueblos, la principal iglesia de las culturas eslavas es un potente estorbo al que buscan destruir. Pero no es todo.
Al parecer, la esencia de este crimen de lesa humanidad no es solo una proyección política, el principal objetivo militar del poder neoliberal globalista es la espiritualidad humana, más allá de nuestras infinitas diferencias culturales y credos religiosos. Esta guerra es contra el espíritu humano, el único elemento que ellos no pueden descifrar ni introducir en sus modelos de simulacros programables del futuro que nos preparan.
No es casual que Kiev, siendo el más importante centro histórico de la civilización de los pueblos eslavos orientales, que desde hace siglos une a Rusia, Ucrania y Bielorrusia, sea también el corazón de su espiritualidad con su monasterio de catacumbas de Lavra de Pechersk, poblado por sus primeros monjes desde el año 1051. Lavra fue el lugar del entierro de los primeros sabios, santos y guerreros del Primer Estado Eslavo y por eso fue tomado bajo el control armado por las fuerzas del régimen de Kiev, el que solo cumple órdenes de las potencias extranjeras, para quienes sus nombres, sus letras y sus antiguas piedras no representan absolutamente nada, aparte de una amenaza. Al igual que los monjes expulsados de sus celdas y los sacerdotes sacados a golpes desde sus templos.
De una manera extraña e inevitable, la reciente historia yugoslava se une con la actual historia ucraniana, como partes sucesivas de la misma tragedia en un escenario con los paisajes naturales más bellos de Europa, mientras los ojos del público están secuestrados por la prensa y sus redes sociales. El plan global para la destrucción del mismo espíritu, el mismo que en otros momentos de historia se esclavizaban a los pueblos de África y se destruían las culturas de América o se llenaban de cenizas humanas los hornos de Auschwitz, es el mismo que ahora sigue en las calles y en las plazas de Ucrania, hace tiempo convertida en un laboratorio de deshumanización.
Pero este proyecto no termina solo con la presentación del documental. La idea central es que esto es solo el inicio de algo mucho más amplio. Los autores de 'Gente de Cristo. Nuestros tiempos', junto con Emir Kusturica, están preparando un gran proyecto colectivo internacional, invitando a la gente de todo el mundo para crear una plataforma de diálogo y debate abierto cultural, científico y espiritual, creando así una comunidad internacional en defensa de nuestra cultura, identidad e historia. Una nueva iniciativa de esperanza que está por nacer entre los Balcanes y los cerros del río Dnieper, que hace más de 1.500 años fue la cuna de la primera civilización eslava.
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