Miles de imágenes e historias desgarradoras de palestinos masacrados en masa por Israel se convierten en parte del paisaje político de nuestros tiempos. No sé si nos acostumbramos o nos insensibilizamos ante el horror, pero frente a la total ineptitud e inacción del 'mundo civilizado' y sus 'organismos internacionales' las caras y los cuerpos de los niños muertos, mutilados y agonizantes, se convierten en una vergonzosa postal de Gaza, que mejor que nada, ilustra la esencia misma de la 'única democracia del Oriente Medio' y de sus, casi tan 'democráticos' como ellos, cómplices del Norte Global.
Si tuviéramos que explicarle a algún extraterrestre perdido en nuestro planeta, el sentido de la palabra 'hipocresía', tendríamos que hablarle sobre el reciente 'reconocimiento del Estado Palestino' por parte de países como Francia, Bélgica, Luxemburgo, Andorra, San Marino, Malta, Reino Unido, Australia, Canadá y Portugal. Los grandes medios informativos lo presentaron como un 'nuevo triunfo de la humanidad'. Le muestran al mundo la gran 'sensibilidad' de las élites políticas occidentales, que 'escucharon' el clamor de los pueblos y 'se pusieron al lado del pueblo palestino'. No estamos hablando de países neutrales ni mucho menos extraños al conflicto. Todos son aliados muy cercanos de EE.UU., que es el principal sostenedor, inspirador y defensor del régimen sionista israelí. Sabemos bien que no bastaría con que el mundo entero reconociera al Estado Palestino si no se puede salvar una sola vida, de las que frente a los ojos de todos, el Gobierno genocida de Tel Aviv sigue destruyendo. Es como haber condenado la ideología nazi mientras se observaba pasivamente el humo de los crematorios.
Todos los países que recientemente condenaron el genocidio en Gaza y reconocieron el Estado Palestino siguen manteniendo varios negocios con Israel, muchos durante décadas les vendieron armas y tecnologías, sabiendo perfectamente para qué el comprador las usaría, porque si todavía a alguien le queda un poco de memoria, sabrá que no se trata solo de este Gobierno de Netanyahu, sino de toda la política interior y exterior de Israel durante todas sus décadas de existencia. También se sabe que sería suficiente un solo movimiento de un dedo desde Washington para que de inmediato se frene la masacre. El Estado de Israel no es otra cosa que una extensión del Imperio estadounidense en Oriente Medio, que depende por completo, económica, militar y políticamente de la Casa Blanca. Más allá de la administración de turno. La falsa indignación de tantos 'líderes' occidentales, incluidos los de los países de la OTAN, en contra de las políticas israelíes es parte del libreto para confundir a sus pueblos y legitimar su poder, que se ve cada vez más frágil.
Aparte de EE.UU., la Comunidad Europea es el principal socio económico de Israel. Después de miles de sanciones contra Irán, Rusia, Venezuela y otros, nadie en el poder europeo 'indignado' con el genocidio de Israel habla de sanciones. Lo máximo a lo que se atrevieron hasta el momento fue a discutir una propuesta de la UE para suspender las preferencias comerciales a Israel, aunque todos estos años el Gobierno israelí apresó, torturó y asesinó a palestinos y bombardeó a sus vecinos, mientras disfrutaba del privilegio del régimen de 'preferencias comerciales' de ese 'mundo civilizado'.
La ONU en estos días está celebrando la Asamblea General dedicada a su 80.° aniversario. Esta organización fue fundada por los integrantes de la coalición antifascista conformada por la Unión Soviética y los países aliados, inmediatamente después del fin de la Segunda Guerra Mundial. Su objetivo fue prevenir futuras guerras y masacres. La alta burocracia internacional resulta ser extremadamente ineficiente para salvar vidas o resguardar la soberanía de los países. Hasta ahora solo cumple el papel de tribuna internacional con cierta representatividad, siempre y cuando el anfitrión de las oficinas de la Asamblea General de la ONU en Nueva York, o sea EE.UU., no niegue las visas estadounidenses a los representantes y diplomáticos de gobiernos que no son de su agrado.
Es evidente que muchos funcionarios de la ONU, para decirlo de un modo diplomático, representan más los intereses corporativos que los del mundo. Esto no es nada nuevo.
Lo novedoso es el nivel de manipulación política y el tamaño de las mentiras que ocuparon en estos días las instalaciones de la ONU como si fuera la redacción de cualquier medio de comunicación 'democrático' y no una prestigiosa organización internacional.
El discurso de Benjamín Netanyahu en la sesión de la Asamblea General fue completamente hipócrita, pero igual de hipócrita resultó el abandono de la sala por parte de la mayoría de los diplomáticos al inicio de su intervención. A semejante altura de la tragedia en Oriente Medio es absurdo indignarse solo con Israel. Era el tiempo de reclamarle a EE.UU. su responsabilidad por lo que sucede. Gastar epítetos y maldiciones contra Netanyahu es lo mismo que hacerlo contra Zelenski. Es distraer la atención por medio del odio contra las insignificantes piezas del mismo sistema cuando lo que depende de ellos es muy poco. Los dueños del circo son otros.
Me preocupa que la justa indignación del mundo entero contra las políticas fascistas del Estado de Israel sean diluidas y desviadas por todas estas 'performances' y patéticas declaraciones de políticos que entendieron que ahora criticar a Israel es políticamente correcto, que atrae votos y borra los recuerdos de quiénes son ellos mismos.
El diseño propagandístico de Ucrania de hoy se parece mucho al modelo de Israel: la construcción de 'una víctima', de 'un pueblo muy especial', al que se le está permitido todo y contra el que no se admite ninguna crítica. Porque si se trata de Israel, por ejemplo, se es 'antisemita' y en el caso de Ucrania se es 'prorruso'. Esta es la verdadera construcción cognitiva colonial neonazi, desde hace tiempo fabricada no solo por EE.UU., sino también por la Comunidad Europea. Criticar ahora al Gobierno israelí y defender, al mismo tiempo, al régimen ucraniano, creado a su imagen y semejanza, como lo hacen ahora muchos líderes 'progresistas' de Europa, es absurdo y puede indicar esquizofrenia o ignorancia total: son piezas del mismo juego globalista, donde la vida de los pueblos enteros no vale absolutamente nada.
Estamos frente a una deshumanización galopante. Acusando a todos sus críticos de 'antisemitismo', el Gobierno de Israel desde hace tiempo se convirtió en el mayor antisemita del mundo, y no solo por el hecho de que los árabes también son semitas, sino porque, aprovechando esta circunstancia, la ultraderecha mundial tendrá más argumentos para su judeofobia tradicional, que no ha cambiado en nada desde los tiempos de Hitler. Lo que hace impunemente el Ejército israelí en Gaza y en otras partes de Palestina no es solo un crimen contra el pueblo palestino. Es un crimen contra el futuro del pueblo judío y de todos los pueblos del mundo que son hermanos y merecen vivir en paz. El miserable 'show' mediático y diplomático de 'Solidaridad con Palestina' por parte de los Gobiernos gerentes de los poderes neoliberales es una complicidad total con los crímenes de Israel.